Nalbandián campeón
Eso sí, los que fueron pronto pudieron probar las raquetas de Prince en las pistas de entrenamiento, como otros años, y alguno aprovechó a base de bien.
Los hermanos Bryan, o Bryan-Bryan, como dice el juez de silla, ganaron en el tie-break del segundo set, cuando casi pensábamos que iban a necesitar un super tie-break. Los tíos son espectaculares y repartieron autógrafos y muñequeras al final de la ceremonia, que no pude ver porque a varios volantes nos pasaron a una promoción en colaboración con Air Europa, que como los emails se los queda la organización del master para hacer marketing, pues en vez de contratar a gente de fuera, hala, a tirar de voluntarios. Y encima, como sólo es para unas horas, no les pagan comida. No me extraña que muchos se fuesen a mitad de semana...
Eso sí, nosotros fuimos después de comer. Y parece que las quejas han funcionado porque no ha habido ni rastro de ñoquis (aunque si almidón de patata reconstituido y frito a modo de patatas fritas normales) y sí fruta (en su estilo: un trocito de kiwi, dos de piña, cuatro de melón, uno de fresa y otro de mango, como para no coger dos postres en vez de uno) y pasta... ¡y legumbres! Aunque no en la línea de autoservicio principal, sino en la secundaria.
La final en sí fue rara. Comenzó Federer con un 6-1 claro e inapelable, sin fallos. En su línea, vaya. Yo estaba en la zona de acceso a minusválidos, ayudando un poco a Carlos, hasta que un argentino me ofreció irme a su asiento en gradas, cosa que acepté. (Luego hubo un malentendido y acabé en la escalera, pero supongo que se debió a que con las prisas al llegar tarde lo del cambio a otro asiento que quedaba libre no quedó muy claro). El segundo set cambió el signo del partido en el segundo set. Nalbandián rompió el servicio a Federer justo antes de que una tubería de gas para confetti diese problemas y parasen el partido para arreglarla -indescriptible la cara de Federer-. A partir de esa rotura Federer fue humano y comenzó a cometer errores y Nalbandián continuó jugando abriendo ángulos increíbles y paralelos imposibles. Bonito, bonito y Federer desquiciado y hasta gritando.
Un cámara con unos bíceps de órdago tuvo un rifirrafe con uno de seguridad que le llamo mindundi y casi se monta. Al pobre cámara le costó bastante tranquilizarse y quitarse el cabreo de encima.
Y este año, la entrega de trofeos con las luces bajas, unos cañones de luz morados, a juego con la moqueta, y otros de confetti plateado y morado. Personalmente prefiero mas luz, que se vea lo bien formaditos que estaban todos. Menos mal que luego subieron las luces para la última sesión de fotos (los fotógrafos casi se matan para coger sitio para la entrega), que Nalbandián hizo con la marea de pollitos al fondo tras ponerse en otra foto con nosotros.
Los puestos de los patrocinadores estaban por la tarde como si hubiese pasado un huracán, medio devastados y sin existencias. Huracán que en forma de voluntarios pasó realmente por las gradas a llevarse cartelería para ahorrar trabajo a los de mantenimiento, claro.
Supongo que ahora la mayoría de voluntarios estará camino de Mármara después de la cena de despedida. Es la hora ;-)